Los antílopes Saiga son supervivientes de las glaciaciones que han compartido el mundo con mamuts lanudos y tigres dientes de sable. Sus extrañas narices han evolucionado para calentar el aire frío del invierno, pero también para expulsar el polvo levantado de las llanura en verano. Pueden anticipar el clima, desarrollar sus pelajes a modo de abrigo y emigrar al sur justo antes de que llegue la nieve. A principios de la década de 1990, había más de un millón de antílopes saiga en la estepa euroasiática, pero solo el 2% de esa población se conserva en la actualidad. En mayo de 2015, más de doscientas mil ejemplares murieron en pocas semanas debido al estallido de una enfermedad catastrófica, y se teme que tales eventos se vuelvan más frecuentes bajo las presiones ecológicas impuestas por el cambio climático. Los saigas son cazados furtivamente por sus cuernos retorcidos, que se venden en el este de Asia como analgésicos y antidepresivos, por lo que en poco tiempo podrían no quedar suficientes machos como para sacar a esta especie del peligro que se cierne sobre ella.
lunes, 30 de septiembre de 2019
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